«Fine Tuning»

cirujanos

Esta tarde he tenido que llevar mi coche al taller porque no conseguí que pasara la ITV. Según el informe, circulo con ambas luces fundidas y las emisiones con las que contribuyo a este maravilloso cambio climático son diez veces las permitidas. Ahí es nada.

El pasado día 25 me tocó a mi también pasar  por un arreglillo. Como os comenté, ante la sospecha de hidrosalpinx y quien sabe cuanta endometriosis me programaron una laparoscopia que, aprovechando el chute de anestesia, combinaríamos con una histeroscopia diagnóstica. Así que, el día 24, previa visita a Primark para hacerme con un camisón barato (que en mi mente solo tendría un uso ya que acabaría pareciendo una prenda de escenario gore) metí a mis padres y a mi novio en el coche y salimos hacia Valencia.

Los días previos estuve absolutamente aterrorizada. Era la primera vez que me intervenían con anestesia general, podría preocuparme eso. No. Podrían encontrar algo dentro de mí que no tuviera arreglo. Eso tampoco lo pensé (al menos no mucho). Era probable que saliera de la operación sin ninguna trompa y, por tanto, con mi maternidad (100% y para siempre) en manos de la ciencia. No, esa idea no se hizo su hueco hasta que no me llevaban en camilla.

Y es que un par de días antes de la operación empecé a notar dolor de garganta y malestar general (anginas incipientes) y se me ocurrió que con fiebre no me podrían operar. (O quizás el orden fuera al revés, primero se me ocurrió y luego empecé a notar). El tema es que a partir de ahí me encerré en casa, termómetro en mano y ajo en boca (Ajo: mejor remedio natural si sobrevives a masticarlo despacito). Cuando en alguna de las lecturas del termómetro en las horas previas a la operación  tuve 37.1ºC, mi novio y yo entramos en pánico pensando que la operación se retrasaría mientras mi madre nos escondía el termómetro mirándome como si definitivamente me hubiera perdido.

Pero bueno, probablemente gracias a esa «pequeña obsesión», cuando por fin me llevaban a quirófano desnuda en la camilla, yo me despedía de todos más contenta que chupillo. Ahí os quedais, que yo me opero , yuhuuuuu! Y entonces, sólo entonces, pensé en mi trompa derecha y lo bueno que sería conservarla.

Cuando llegamos a quirófano me colocaron amablemente despatarrada (como viene siendo habitual ultimamente) y la anestesista, muy cariñosa, me empezó a buscar la vía. Los médicos aún no habían llegado y yo veía que me iban a dormir sin que pudiera transmitir mi importante mensaje (crucial para el desarrollo de la operacion, por supuesto), así que le pedí a las enfermeras que lo hicieran por mí: por favor, por favor, sed buenos con mi trompita derecha. A esto le siguió el gran colocón, la sala dando vueltas y un sabio consejo de que cerrara los ojos.

Lo siguiente que recuerdo es estar subiendo en el ascensor tumbada en la camilla y con mi novio al lado. Haciendo un esfuerzo que me pareció sobrehumano le dije:

No sé si lo he soñado pero creo que tengo una trompa

Él se rió y me dijo que no lo había soñado. Así que, con un sonrisón dibujado, me dormí otra vez, ahora sí, de verdad feliz de que hubiera pasado todo.

Me desperté con dolor como de regla y ganas raras de hacer pis. Cuando le dije esto último a la enfermera, se rió y me dijo que hiciera pis tranquila señalándome una bolsita que había colgado en el barrote de la cama. Me habían sondado y de ahí esa sensación tan molesta. Dado el panorama decidí dormirme otra vez a ver si mejoraba al despertar.

Y bueno, cuando al rato me subieron la dosis de calmante, me quitaron la sonda y me dieron un zumito a beber lentamente estuve preparada para que me contaran detalles de la operación. Según mis padres y mi chico, tanto Juana como el cirujano que se encargaba de la laparoscopia (Dr. Domingo del Pozo) salieron a contarles como había ido todo. Ambos se ganaron a mi familia al momento pero mi madre (a pesar de su escepticismo inicial) quedó fascinada con Juana y lo lógico que era todo lo que les había explicado.

Resumiendo, en la laparoscopia me quitaron la trompa izquierda por hidrosalpinx y retiraron bastantes adherencias de endometriosis que recubrían el ovario izquierdo. La zona derecha estaba algo mejor aunque también quitaron una hidátide de Morgagni que colgaba de la trompa (según Juana era como un peso muerto que no dejaba moverse a la trompa).

En la histeroscopia (que hizo Sara) vieron un útero en T que agrandaron con el conveniente corta-pega y no tocaron el mioma ya que, al parecer, no proyectaba hacia la cavidad uterina.

En el informe, y de regalo, vi que me ha correspondido una hernia inguinal. Además, Juana dice que hay bastante endometriosis en la zona intestinal pero todo eso, al no afectar a la fertilidad, lo dejamos para más adelante.

Días más tarde le llevé el informe a mi médico de cabecera para pedir la baja laboral y éste, tras leerlo detenidamente, me miró y me dijo:

Niña, ¿tú sabes lo que te han hecho?

Y es que según él me han hecho toda clase de «fechorias» ahí dentro. Pero, la verdad, creo que eran unas fechorias necesarias y la recuperación no está siendo mala.

Lo peor de todo el proceso, sin duda, los ajos previos y la termo-obsesión. Lo mejor, haber conservado mi trompita derecha y estar más cerca de transfer. El día 31 de marzo tengo revisión a ver cómo ha quedado todo.

Crucemos los dedos para que, tras los arreglos, mi coche y y yo logremos, esta vez sí, pasar nuestra ITV…

4 opiniones en “«Fine Tuning»”

  1. Veras que el 31 de marzo será un día especial porque verán que te han dejado como nueva!!!! Me quedo loca con los médicos que no detectaban la endometriosis, a mi me paso igual y hasta ahora con 32 años no me la han detectado , tantos años de dolor y pensando que era normal, solo queda mirar hacia delante y conseguir nuestro sueño.
    Ahh y lo del ajo suena cruel pero toda la razón! !!! Mano de santo. Un besazo

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    1. Gracias preciosa, esperemos que la semana que viene sea una grandísima semana que ninguna olvidemos!!!
      Y desde luego lo de los ginecólogos y su zero instinto para detectar endometriosis es para hacérselo mirar…
      Beso fuerte (ya ha pasado otro diita)

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